martes, 9 de febrero de 2021

La sonrisa socialista

Una de mis mayores vergüenzas es no haber oído palabra consciente sobre Helen Keller hasta ver el documental de John Gianvito Her socialist smile (2020), en cierto sentido una propuesta rompedora, pues en lugar de presentar una biografía al uso, "narrativa", o bien el típico producto televisivo basado en entrevistas a "expertos" mientras vemos imágenes históricas insertadas con más o menos pericia, Gianvito pone las ideas de Keller en imagen; es decir, que la mayoría del metraje se compone de pedazos de discursos sobre fondo negro a partir de los cuales vamos conociendo su pensamiento, a fuerza de mirar las letras que forman las palabras y las oraciones, pero también de oírlas brillantemente declamadas por la actriz Carolyn Forché.

Luego viene la sorpresa (en mi caso): Hellen Keller, además de activista por la paz y la causa socialista (contexto: USA, principios del siglo XX), es ciega y sordomuda, condición que -vamos a decirlo así- "superó" gracias en buena medida a su institutriz Anne Sullivan -que como se puede ver en la película de Arthur Penn, le enseñó a reconocer el mundo a través del tacto, y de ahí a la palabra-, hasta tal punto que consiguió hablar con sus propios medios, con dificultades pero siendo comprensible.

Y de ahí sus discursos, de los que se nos ofrecen trazos sueltos, brochazos que nos permiten conocer su pensamiento de primera mano: alejada de un Marx o un Lenin, el discurso de Keller se revela plenamente humanista, poniendo al prójimo en primer lugar y convencida de que los problemas de los pobres jamás pueden ser propios, sino generados por un sistema embrutecedor, que explota a unos seres humanos en favor de otros de manera estúpida e innecesaria.

En este sentido, vemos que en la figura de Helen Keller confluyen -"intersectan"- una serie de discriminaciones de base: es mujer, ciega y sordomuda, y haciendo de la necesidad virtud, emerge como faro de un feminismo sufragista pero también socialista, por la causa de los pobres, es decir, contra la "aporofobia", y además, como ejemplo y luchadora en primera línea por los derechos de las personas con discapacidad.

Una de sus máximas -se diría que platónica: "Somos ciegos y sordos hasta que nuestros ojos se abren al prójimo; hasta que nuestros oídos oyen las voces de la humanidad". 

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